Cordel de las Vacas Bravas y río Yeguas
Recorrido: Desembocadura del río Yeguas, Acebuchal del Cordel de
las Vacas Bravas
Inicio: Carretera A-3101 (antigua N-420) PK.4 de
Villa del Río a Cardeña, en un pequeño ensanche (Camino del Manchao)
Final: Desembocadura del río Yeguas (Boca del
Río)
Distancia aproximada: 2,6 Km. (ida)
Localización: Término Municipal de
Montoro. Para llegar al Inicio de la ruta hay que coger la carretera A-3101
(antigua N-420) de Villa del Río a Cardeña, para ello tomaremos la salida 348
de la N-IV en dirección a Cardeña.
Clasificación: Ruta fácil, descenso
algo acusado al principio. Es ideal para realizarla a pie y a caballo, aunque
el primer tramo puede entrañar cierta dificultad para la bicicleta por la
pendiente y pedregosidad del terreno.
El Cordel de las Vacas Bravas es una vía
pecuaria que une el municipio de Montoro con el de Marmolejo, ya en la
provincia de Jaén. Tradicionalmente ha sido la ruta seguida por los romeros y
las romeras de Montoro en dirección al Santuario de la Virgen de la Cabeza, en
la Sierra de Andújar.
Iniciamos el recorrido en la carretera que une Villa
del Río con Cardeña justamente en el punto kilométrico 4, donde no será difícil
seguir la trayectoria del cordel, una abundante vegetación de monte bajo
delimita las 45 varas castellanas (37,50 m.) de anchura legal que le
corresponden.
Durante el descenso por el barranco conocido como “El
Jondillo”, lentiscos, romeros, retamas y algunas encinas dispersas se van
haciendo cada vez más abundantes. No es extraño en época de recolección de
espárragos silvestres encontrar a numerosas personas buscando los apreciados
vástagos por entre el matorral noble.
También resulta interesante este descenso desde el
punto de vista geomorfológico y paisajístico ya que permite sumergirnos en la
historia geológica a través de una magnífica ventana que el río en esta acusada
curva ha marcado. Entre las areniscas rojas del Triásico (formadas hace más de
200 millones de años) se van a ir intercalando conglomerados basales del mismo
periodo. Es aconsejable detenernos en uno de los recodos para contemplar la
panorámica que nos ofrece el meandro encajado del río: enfrente, aún en la
provincia de Jaén, el promontorio de “las laderas del Vicario o de Bretaña”,
con pendientes muy acusadas y escasa vegetación delata la vocación ganadera.
Descenderemos hasta el mismo lecho del río, para
comprobar el poder erosivo de éste y cómo ha labrado y horadado el meandro
hasta hacer que los materiales más antiguos como las pizarras del Paleozoico
afloren al exterior. Podríamos incluso buscar una similitud con el meandro de
Montoro. Precisamente, el encajonamiento del río hizo que durante muchos años
existiera en este enclave un vado por el que cruzar a la orilla opuesta.
Una vez en la orilla, remontaremos el río por el
borde entre la vegetación ya de ribera donde van a predominar fresnos sauces y
tarajes en primera línea y extendiéndose por la llanura aluvial, álamos
blancos, negros y cañas.
En dirección a la desembocadura del río Yeguas,
algunos pequeños arroyos que cruzamos aparecen bordeados por una exuberante vegetación
ripícola (propia de este ecosistema) por la que ascienden hiedras y que dan
cobijo a un sinfín de ruiseñores, mirlos, mosquiteros y demás aves de estos
ambientes ribereños.
La llanura aluvial se va haciendo más extensa, como
límite a los cultivos de olivar adyacentes, en discordancia con la orilla opuesta
donde la pendiente es mayor y no permite apenas el depósito de sedimentos. Esta
llanura limosa por la que discurrimos incluye uno de los puntos de vegetación
más curiosos e interesantes de este sendero: preciosos enebros de gran porte
piramidal aparecen dispersos por entre los fresnos y tarajes.
En la ladera de nuestra izquierda nos sorprende la
mole rojiza del edificio de San Camilo, una impresionante construcción que
data del siglo XVIII. La importancia de esta compleja hacienda queda reflejada
en un documento del siglo diecinueve redactado por Luis María de las
Casas-Deza: “magnífico plantío de olivar de 40.000 pies, molino de seis vigas,
cuatro de ellas de marca mayor, excelente casería y oratorio”
Dejando a un lado la hacienda de la Garabitera, vale
la pena alcanzar la desembocadura del río Yeguas conocida como “La Boca del
Río” para descubrir una vegetación de ribera excepcional, donde el verde claro
de los fresnos se entremezcla con el pálido de tarajes y álamos. El Yeguas
viene escoltado por tamujos y adelfas y las oscuras piedras del lecho aparecen
pulidas, con formas curiosas que el agua ha labrado a lo largo del tiempo. Si
prestamos atención a las rocas, podremos observar restos de alguna nutria
asidua de este lugar, posiblemente apostada en la desembocadura, donde la
confluencia de los dos cauces es un pescadero perfecto.
Si optamos por remontar el río Yeguas, disfrutaremos
de una ribera caprichosa que nos recuerda lo que fue el magnifico bosque de
ribera cubierto hoy en día aguas arriba por el embalse del Yeguas. El río
serpentea a un lado y a otro, capricho fluvial que ha dado el topónimo de La
Herradura a la zona.
Observaciones: Si optamos por ampliar
esta ruta, al llegar a la desembocadura, podemos seguir paralelos y remontar
el cauce del río Yeguas hasta llegar a la presa del mismo nombre a tan solo
cinco kilómetros y medio, aguas arriba.
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